Reseñas
«Leo cualquier cosa que me guste, me entretenga, me enseñe, me haga sentir e, incluso, me cambie. No me gusta centrarme en un sólo género, y me encanta descubrir pequeñas joyas entre libros desconocidos.»
Web, Facebook ,Instagram y Twitter.
En diciembre de 2018, el autor de El Albatros y los piratas de Galguudud se puso en contacto conmigo para presentarme su novela. En esos momentos no tenía tiempo para confirmarle cuándo podría leer dicha novela, y le dije que más adelante lo intentaría. Aprovechando mi suscripción de Kindle Unlimited, a punto ya de terminar muy a mi pesar, me animé con ella. Creo que me atrajo el hecho de que todo girase en torno a una patente de corso en el siglo XXI, que me suena más a Flandes y siglos pasados que a un período actual, y la novedad de leer una historia que mezclara cultura naval y aventura.
—Imagino que está un poco perdido —dijo y, al inclinar ligeramente la cabeza al asesor continuó—. ¿Sabe qué tienen en común Morgan, Drake, Lafitte, Surcouf y sus compatriotas Íñigo de Artieta y Mateo Mainery?
Uno de los problemas actuales que abrió durante muchos meses los telediarios de Europa fueron los ataques, en algunos casos con secuestro incluido, por parte de piratas somalíes a petroleros y grandes barcos cuando pasaban por sus costas. A partir de esta premisa, y gracias a la propia experiencia del autor, que como nos cuenta en su página web «es oficial de la Armada española y ha estado destinado a bordo de las fragatas Victoria y Canarias y del patrullero Tornado. Ha participado en dos ocasiones en la misión anti piratería de la Unión Europea en el Índico y en un despliegue de seguridad cooperativa en el Golfo de Guinea», lo que le faculta para poder situar su historia con sentido y conocimiento, nos enfrentamos a esta novela, con un argumento original para mí porque se aleja bastante de los temas que suelo leer en ficción; interesante, porque nos muestra un mundo muy específico e inaccesible para el público en general; y con cierta acción, lo que favorece su disfrute mientras se lee, y ese toque de aventura que a veces apetece.
La mayoría de la gente aprende a navegar cuando ya tiene una idea de cómo conducir un coche y eso influye en la percepción del movimiento. Sin embargo, el gaditano había pasado toda su infancia navegando y para él era natural adelantarse a los movimientos del barco y aprovechar la inercia. Un barco no tiene freno, pero bien gobernado es capaz de hacer cosas que un coche no. Sobre todo con estos ejes.
Me ha parecido que está muy bien planteada desde el principio y sin saber por dónde te va a llevar la acción, se intuye como una lectura fácil, no demasiado descriptiva, y actual, con mucho peso en el texto de temas navales bélicos. No está de más deciros que uno de los atractivos de esta lectura es que gira en torno a una fragata de guerra (BAM-6), el mundo naval y esa lucha, que ya os he nombrado antes, contra los piratas somalíes, en aguas internacional y jurisdiccionales.
Está claro que el autor habla de lo que conoce y, además, sabe plasmarlo y trasmitirlo de una manera fácil. Eso sí, no esperéis una novela de personajes, aunque los hay y con pequeñas historias detrás. Me ha sorprendido estar leyendo términos marinos tan específicos de un buque de guerra y no sentirme abrumada por ellos, pero sí intrigada, con ganas de aumentar mi conocimientos; al igual que con esas maniobras de aproximación, por ejemplo, que se pueden dar cuando se está acercando un barco sospecho. Todo es más real de lo que nuestra cotidianidad nos dice.
El autor describe los ataque de manera tan precisa que acaban siendo interesantes incluso para mí, ajena a todo estos temas, tanto militar, como armamentísticos como marinos.
También queda muy claro el trabajo jerárquico militar; si bien el buque no es militar, actúa como tal a nivel de disciplina y organización.
Alguien dijo una vez que los militares son pacíficos pero no pacifistas. Por regla general no desean iniciar un conflicto -ellos mejor que nadie conocen sus consecuencias negativas-, pero no son contrarios al uso de la fuerza en caso necesario
Es una novela naval actual, y militar, o por lo menos en esencia. Y, aunque podría ser un tema pesado, no lo es; eso sí, la trama queda un poco deslucida en la primera parte por todo lo que conlleva la instrucción del barco y el conocimiento de los personajes.
Curiosamente, lo que comienza siendo una historia de acción o intriga política pasa por ser una historia naval donde el peso del funcionamiento y manejo de un barco de estas características queda bastante claro y es muy importante, con pequeñas pinceladas de las historias personales de cada personaje. Para mí, acaba desembocando en una historia bélica, no como grandes batallas históricas sino más como la narración de enfrentamientos entre cuerpos de élite y delincuentes; al fin y al cabo, se trata de un buque de guerra.
El autor escribe, y describe, tan claro y de forma tan directa y real esta parte que creo que es el valor que tiene este texto. El hilo argumental puede resultar relativamente sencillo, y, mientras esperas giros o complicaciones enrevesadas, todo es más básico, pero no porque el texto lo sea en sí, sino porque al final todo se podría resumir como el trabajo de un buque de guerra privado al servicio de una empresa de transporte suiza que está siendo atacada de forma exagerada por piratas en el Pacífico. Simplificando, nos acerca a la vida actual en un barco de estas características y a la relación entre las personas que lo componen.
Es un viaje; una aventura naval, de guerra, donde nuestro protagonista, que comanda esta fragata, madura realizando el trabajo para el que le han contratado; es verdad que tenemos más personajes que acompañan a este joven comandante pero, al final, la historia termina con él y cierra el círculo con él. Es una novela que me esperaba de otra manera, no os voy a decir lo contrario, lo que me ha descolocado un poco; sentía que iba a ser un thriller pero ha resultado tener una acción más táctica, más calculada, muy bélica, con maniobras, lo que no impide que resulte interesante.
Creo que la novela es un homenaje a lo que el autor conoce, a su mundo naval, y debe estar contento por el resultado. Deja caer temas actuales e importantes, aunque es verdad que la fuerza de la historia no viene por la intriga que hay detrás de estos temas sino más por el trabajo y el conocimiento de un barco y de la gente que dedica su vida a estas profesiones tan específicas, como militares o geos y guardia civiles, permitiendo que nos acerquemos a esta realidad que para la mayoría de nosotros no es tangible como son los asaltos en el mar, la lucha, francotiradores... que no son más conocidos por ficción que por estar presente en nuestras vidas.
Mis "peros" son de carácter subjetivo, lógicamente, y se centran más en lo que yo esperaba y en lo que me apetecía leer. Quizá si el autor no se hubiera centrado tanto en hacer ese dibujo tan preciso de la actividad de este tipo de embarcaciones a la hora de enfrentarse a un combate... Quizá si hubiera mostrado algo más de interés en la parte política de la trama, consiguiendo giros que nos descolocaran y jugando un poco con todo esta parte... Quizá la novela hubiera estado mejor terminada y hubiera atraído el interés de un público más general. No lo sé, hay muchos quizás aquí. Es una novela bélica, y lo entiendo, pero por mis gustos lectores busco más cambios de registro, trastocando mi atención con los derroteros por los que me lleva la acción. A pesar de todo esto que os indico, es verdad que la he leído muy a gusto, me he encontrado bien dentro de la historia y espero que este autor me sorprenda un poco más con este Albatros navegando en la siguiente aventura.
¡Muchas gracias, Carmen!
«Un Lector Indiscreto nace con la intención de dar a conocer a quienes visiten este blog todo lo que leo en los libros que son como esa ventana a través de la cual me voy enterando de lo que en ellos sus autores me cuentan.»
De vez en cuando busco lecturas a las que solo les pido tener el entretenimiento asegurado, y un género que no suele fallar en este sentido es el de aventuras, siempre y cuando la novela de turno me ofrezca una trama solvente y creíble, y esté bien escrita. En esta ocasión, el título elegido es El Albatros y los piratas de Galguluud, de Fede Supervielle Bergés, que cumple los requisitos que acabo de mencionar, y que es la ópera prima de este autor. Sin embargo, he de puntualizar alguna cosilla en lo que se refiere al estilo narrativo, si bien son errores menores que seguro el autor pulirá en sus siguientes publicaciones, porque estoy seguro de que algún título más ofrecerá a los lectores, ya que está claro que tiene mimbres para ello.
A parte de ser una novela entretenida, El Albatros y los piratas de Galguduud tiene una trama original, ya que en ella se aborda la temática de los secuestros por piratas somalíes de petroleros que navegan por el Océano Índico, con el aliciente de que, como figura al pie de la portada, es un barco con patente de corso el encargado de enfrentarse a quienes habían secuestrado ya a varios superpetroleros de la naviera propiedad del magnate suizo Friedrich Gotthelf.
En la biografía de Fede Supervielle Bergés se refleja que ha participado en la misión anti piratería de la Unión Europea en el Índico. El autor aprovecha los conocimientos que tiene en este tipo de misiones militares para plasmar en esta novela cómo se desarrollan estos operativos, si bien tiene en cuenta que el protagonista está al frente de la dotación de un Buque de Acción Marítima al servicio de un armador particular, ya mencionado en el párrafo anterior. Esto que acabo de comentar le sirve también para dotar de realismo a todo lo que sucede a bordo del barco, tanto en la travesía hasta el Océano Índico, como las operaciones en las que se ven implicados una vez que tienen los primeros avisos de secuestro de superpetroleros propiedad del magnate suizo, e incluso su intervención en operaciones que les acarrearán problemas con el gobierno somalí, tomando como base de estos problemas las autorizaciones para llevar a cabo sus actuaciones.
El Albatros y los piratas de Galguduud es una novela que tiene dosis de intriga porque el lector, al igual que los personajes que más peso tienen en la trama, se preguntará en más de una ocasión quién puede tener intereses en llevar a cabo esos secuestros. Y es comprueban que siguen un mismo patrón, porque los superpetroleros secuestrados pertenecen al mismo propietario. Sin embargo, esta intriga se mantiene hasta el desenlace, lo que hará que nos mantenga en vilo a lo largo de los 16 capítulos más el epílogo en los que se estructura la novela. El autor supo cómo mantener nuestra atención hasta ese momento álgido porque, pese a me daba la sensación que durante el desarrollo de la trama apenas se sucedían episodios que provocaran esos giros que el lector desea se produzcan, ese incentivo es sustituido por la información que facilita el autor de forma dosificada tanto en lo que se refiere a los secuestros que realizan los piratas somalíes, como los motivos que mueven a la mayoría de la dotación para enrolarse en el barco, sobre todo los oficiales. A esos giros que tienen lugar en el tramo final de la novela hay que añadir algunos roces que se producen sobre todo entre los oficiales, así como algún incidente con los piratas somalíes que pone a la dotación del Albatros en serios aprietos. Aunque también tienen lugar dos episodios que minarán la moral de la dotación del Albatros durante algún tiempo. Será también en el desenlace de esta novela cuando el lector conozca el porqué del nombre de este barco con patente de corso.
Pese a que buena parte de la trama de El Albatros y los piratas de Galguduud tiene lugar durante la travesía que realiza el barco, desde su botadura en los astilleros de Navantia en Cádiz hasta que llegan a su punto de destino en el Océano Índico, el lector se encontrará también con episodios que tienen por escenario Zúrich, Cádiz o Mogadiscioen donde se llevarán algún que otro susto como consecuencia de la inestabilidad que vivía el país), algunos de ellos claves para hacer realidad el proyecto de construcción del barco que iba a hacer frente a los piratas somalíes. En Mogadiscio algunos miembros de la dotación del barco serán sorprendidos con algún episodio que pone en peligro su integridad, y también se generaran situaciones tensas con el Gobierno somalí, que pueden poner en peligro la continuidad del proyecto. También atraen la atención del lectoralgunos episodios que tienen como escenario la costa de Somalia, porque se sospecha que es donde están las bases de los piratas, como se puede comprobar en el título de la novela, en el que se hace referencia a una región administrativa situada en el centro del país ubicado en el llamado Cuerno de África.
Fede Supervielle construye unos personajes que se hacen muy cercanos al lector con el paso de los capítulos, pese a que en un principio cuesta empatizar con ellos. Quizás esa lejanía inicial se debe a que casi todos ellos guardan relación con el mundo naval, pero están perfilados de tal forma que nos familiarizaremos con ellos por sus intervenciones en los diferentes episodios, sobre todo en aquellos que conllevan más riesgo para la integridad de la dotación del barco, en los que se muestra su faceta más solidaria. Y así es como conoceremos junto al ya mencionado Pablo Marzán, al ferrolano Gabi, quien será su segundo de a bordo; Thomas Johnson, más conocido por el apodado de Grease, un antiguo suboficial mecánico de la US Navy, que montó un taller mecánico de coches junto a la Base Naval de Rota, y que sería contratado como jefe de máquinas; Jaime Reyes, el asesor que dirige el proyecto ideado por el magnate Friedrich Gotthelf, quien será el enlace entre este personaje y la dotación del barco. Pablo Marzán es el personaje a quien más conocerá a fondo el lector, no solo por su evolución personal y la relación que mantiene con los oficiales y demás miembros de la tripulación del barco, sino también por los miedos y secretos que tiene, y que se conocerán sobre todo en los capítulos finales de la novela. Otro personaje más es el barco, El Albatros, a quien Fede Supervielle describe en pequeñas dosis a lo largo de los capítulos, para que los datos que facilita el narrador no interfieran en la fluidez de su relato.
Fede Supervielle utiliza estilo narrativo directo y un lenguaje sencillo, aunque con inclusión de términos marinos y militares, de los que da cumplida información en las notas al final de cada capítulo, en las que explica el significado de los mismos. Sin embargo, hubo algún momento en el que me decía que me sobraba alguna información que facilitaba sobre el funcionamiento del barco, sobre todo en lo que relativo al armamento y algunas cuestiones técnicas referentes a la sala de máquinas, que era lo que más le preocupaba al comandante del barco, para que alcanzara la máxima velocidad de crucero, al querer sacarle el mayor rendimiento posible para abordar las embarcaciones de los piratas somalíes. En algunos momentos de la narración me dio la sensación de que algunos episodios estaban viciados con el empleo de complementos circunstanciales de tiempo, lo que afean un tanto el estilo narrativo -o será que soy partidario de evitar su empleo, salvo que sea imprescindible-. Pero, como digo en estos casos, estos comentarios que hago en lo que al estilo narrativo se refiere, son apreciaciones mías, lo que no quita que otro lector no las comparta.
Como ya adelanté en el primer párrafo de esta reseña, El Albatros y los piratas de Galguduud cumple con creces los requisitos de entretener al lector, porque la aventura y la acción están asegurados y el ritmo de lectura es fluido.
¡Muchas gracias, Paco!
En los últimos días he tenido la oportunidad de leer «El Albatros y los piratas de Galguduud», una novela poco usual escrita por Federico Supervielle Bergés, Teniente de Navío de la Armada Española. He de reconocer que, pese a mi reticencia inicial (no suelo leer novelas, todo sea dicho), el libro logró atraparme desde la primera página y me lo terminé en el día, casi sin pausa para comer.
La obra plantea un escenario bastante rocambolesco, en el que un armador privado alista un buque corsario para luchar contra la piratería en aguas somalíes. Partiendo de la base de que esto, incluso en un tiempo como el que vivimos, de privatización de la guerra, es imposible por razones políticas, lo cierto es que el escenario esta tan bien expuesto que el lector rápidamente olvida, como por otra parte debe de ser en una buena novela, si la historia es o no plausible. Claro está, Federico Supervielle Bergés, juega con ventaja. Ha estado destinado en esa zona a bordo de un Buque de Acción Marítima de la Armada Española y conoce de primera mano no solo la región, sino el enemigo que describe en el libro.
Poco importa, pues el libro no es una historia plana que se dedique a contar una aventura con más o menos acierto. Quizás lo más interesante sea el retrato que hace de los personajes, españoles en su mayoría, incluyendo algunos oficiales de la Armada, como los hermanos del protagonista o su segundo. Al dotarlos de profundidad psicológica, plantea temas que seguro han rondado no solo a nuestros marinos, sino a cualquier militar y, lo que es mejor, al quedar algunos hilos argumentales inconclusos, deja la puerta abierta a una segunda parte, como poco.
Más allá de esto, la narración de todo lo relacionado con el alistamiento del buque y la tripulación, el devenir de las operaciones e incluso el marco político es inmejorable. El lector encontrará acción, personajes con los que empatizar e incluso deseará, tras leer «El Albatros y los piratas de Galguduud» que todo lo que en él se cuenta sea posible. Nombres como Joseba, Paco, Pablo o Jaime pasarán, a lo largo de las páginas, a formar parte de nuestro imaginario, dejándonos con la necesidad de saber más sobre ellos.
Sinceramente, me gustaría destripar el libro a fondo, pero no puedo hacerlo porque lo mejor es que cada cual lo lea con calma y juzgue. Además, ha tenido el coraje de autoeditarse el libro, via Amazon, lo que de por sí merece nuestro apoyo y su adquisición por parte de todos los amantes de la temática naval o la defensa. Solo diré una cosa. Es, sin lugar a dudas, la mejor novela de su género -si es que eso existe- que he tenido en mis manos desde que leí «La tierra del sur» hace ya demasiados años... Podéis -y por supuestos debéis- adquirir el libro a través del siguiente enlace, o pinchando sobre la imagen de la portada.
¡Muchas gracias, Christian!
«Somos un grupo de lectores y lectoras, apasionados por el mundo de las letras. Nos gusta leer y escribir sobre las lecturas que hacemos. Sólo nos mueve el afán de compartir el placer por los libros e intercambiar ideas y opiniones sobre literatura.»
Tienen web, Facebook, Instagram y Twitter.
De todo el equipo de Libros y Literatura, tuve la suerte de contar con Ana Segarra (Instagram, Twitter), que me ha hecho esta chulada de reseña.
Leer es fascinante. No paro de repetirlo. Aunque me encanta viajar y lo hago siempre que puedo soy consciente de que no voy a poder recorrer todo el mundo y no voy a poder vivir todas las experiencias que me ofrece y que me gustaría sentir en mi propia piel. Por eso leo, para suplir esos viajes que nunca haré. De esta forma no solamente puedo trasladarme al pasado o al futuro, o a mundos inventados, sino que además puedo estar en lugares del presente que jamás habría imaginado.
Eso es lo que me ha pasado precisamente con la novela de la que vengo a hablarlos hoy: El Albatros y los piratas de Galguduud, un libro escrito por Federico Supervielle Bergés que me ha transportado a un lugar al que jamás habría imaginado ir.
Todo empieza cuando Jaime Reyes recibe una llamada. Un marcado acento le responde desde la otra línea: le llaman desde el despacho del señor Gotthelf, un magnate suizo cuyas empresas energéticas que ya operan a nivel mundial se ven en peligro. Reyes acude rápidamente a Suiza y se encuentra con una oferta tan jugosa como peligrosa: Gotthelf quiere atacar la piratería de las costas de Somalia desde dentro, quiere hacer todo lo posible para acabar con esa lacra que está poniendo en peligro sus inversiones.
Reyes se lo piensa mucho pero la cifra que le ofrecen a cambio es más que suculenta y las comodidades que ha recibido desde que pisara Suiza le hacen recapacitar. Hará lo posible por llevar a cabo esa misión y volverá a casa sano y salvo con el bolsillo tan lleno que no tendrá que preocuparse por nada más el resto de su vida.
Pero las cosas no son tan fáciles, ojalá lo fueran. La trama se complica a medida que van avanzando las hojas, encontrándonos con un personaje poco menos que abandonado a su suerte con la única ayuda de su barco, el Albatros.
Tengo ante mí una novela que mezcla muchas cosas: estrategia, milicia, espionaje, guerra, corrupción, y supervivencia, mucha supervivencia. Dentro de ella he descubierto un mundo nuevo que era totalmente desconocido para mí, el de la piratería. Pero la piratería de verdad, esa que está ocurriendo ahora mismo en las costas de Somalia y que es tan real como el ordenador que tengo delante. Había oído hablar de ello en las noticias, claro, pero el desconocimiento y la distancia hacían que no prestara demasiada atención. Sobre todo el desconocimiento, ya que yo no tenía muy claro qué buscan, por qué lo hacen, qué consecuencias tiene y por qué lo países intervienen de la forma en que lo hacen.
Así que cuando vi que este libro trataba de este tema me entró un poco de miedo, ya que era posible que me perdiera en la trama por resultarme esta materia un poco confusa —os aseguro que las estrategias marítimas no son lo mío, por si no ha quedado claro—, pero el autor se preocupa de explicar todo para los que, como yo, son legos en este asunto. Así el lector empieza a meterse en materia poco a poco, obteniendo las nociones básicas que necesita para comprender la historia y, de manera gradual a la vez que va avanzando la trama, tiene la sensación de que ha sido un experto en estrategia toda su vida. O, al menos, eso me ha pasado a mí, que he terminado este libro con la sensación de haber descubierto un mundo nuevo que siempre había estado ahí pero que no terminaba de entender.
Para todo esto es imprescindible la narración de Federico Supervielle, porque se toma el tiempo necesario para que el lector tenga las herramientas suficientes para enfrentarse a la trama. Y lo bueno de esto, lo que hay que destacar sobre todas las cosas del libro, es que lo hace de forma gradual a la vez que avanza la historia, evitando así una sobrecarga de información que podría haberse dado al principio del libro. De esta manera lo que se consigue es que no resulte pesado en ningún momento y que el lector no tenga la sensación de que está leyendo un manual sobre estrategia.
Además, la duración de los capítulos y la forma en que terminan son clave para la historia en cuanto a su velocidad. La técnica que utiliza el autor hace que el lector no pueda parar de leer, ya que la intriga y los puntos de tensión están perfectamente repartidos por toda la novela haciendo que no haya momentos de bajón innecesarios que entorpezcan la lectura o la conviertan en algo aburrido.
Me ha sorprendido muchísimo la temática —que es lo que quiero destacar ante todo—, ya que me parece tremendamente original. Federico nos da una novela de aventuras dirigida a un público muy amplio y que no se parece a los típicos libros que uno puede encontrar en una librería. A pesar de la crudeza del asunto y de la gravedad del mismo, el lector llega a olvidarse de esto para darse cuenta después, cuando ya casi está terminando la novela, de que eso está pasando realmente ahora mismo en unas costas no muy lejos de aquí. Y eso es de admirar.
Poco más se me ocurre decir sobre esta novela, salvo que hay que destacar también el desarrollo del personaje principal, un poco apocado al principio, inseguro y un tanto temeroso, que de pronto se convierte en todo un superviviente que tiene que sacar fuerzas de flaqueza ya no solo para llevar a cabo la misión, sino para salvar su propia vida.
En definitiva, El Albatros y los piratas de Galguduud, es un libro muy entretenido que se lee con fluidez, tremendamente original y bien escrito. Sin duda, un magnífico debut del autor en el mundo literario que deja con ganas de leer más novelas suyas.
¡Muchas gracias, Ana!
Soraya tiene una cuenta de Instagram con cerca de 5.000 seguidores en la que habla de libros y un canal de Youtube.
Al descubrirla, me puse en contacto con ella por si le interesaba leer El Albatros y, a pesar de la enorme cantidad de libros que lee, me hizo un huequito en su agenda.
A continuación os dejo su reseña, que me dio la alegría de conseguir enganchar a una lectora muy lejana a mi género.
4/5 ⭐️ Cuando me llegó esta novela, pensaba que podía interesarme poco el tema naval, los piratas modernos, los abordajes... ¡Qué equivocada estaba! Te absorbe desde la primera página, y deseas que no acabe nunca. Deseas que el Albatros siga surcando los mares, que siga luchando contra los piratas y que te regale momentos de acción que quitan el hipo. Reconozco, aún así, que en algunos vocablos navales me he perdido... (es muy difícil este tema para una castellano-manchega, que ve el mar dos veces al año ☺️) pero esto ha aumentado mis ganas de seguir conociendo este mundo. Gracias @fsupervielle por hacerme llegar esta historia tan fresca y, para mí, muy diferente a lo que acostumbro a leer.
¡Muchas gracias, Soraya!
Juan Carlos Galán regenta un blog cultural en el que escribe sobre literatura, cine y música. Tiene cuentas en Facebook, Instagram y Twitter.
Al descubrir su blog, me puse en contacto con él por si le interesaba leer El Albatros y le estaré eternamente agradecido por haberme dado una oportunidad. No todo el mundo lo hace con un autor novel.
A continuación dejo su completísima reseña, que refleja el cariño con el que debió de leer el libro.
El autor tuvo la gentileza de ofrecerme su novela para que la leyese cuando pudiera. Llegado su turno, me ha agradado la fluidez con que las palabras hacen que la anécdota discurra. Según la leía me he visto agradablemente transportado muchos años atrás, a cuando mi yo adolescente abordaba (¡qué bien le cae este término a una novela que transcurre en el mar!) las novelas tenidas por juveniles de Julio Verne, Robert L. Stevenson e incluso Herman Melville. “El Albatros” es, indudablemente, una 'novela de aventuras'.
El autor
Antes de ponerme con "El Albatros" eché un vistazo por Internet al escritor. Federico Supervielle Bergés es Alferez de navío y ha publicado más de un informe o documento en la Revista General de Marina y el Instituto Español de Estudios Estratégicos. Fue precisamente leyendo por encima un artículo suyo publicado en la Revista online de ese IEEE que decidí aceptar el ofrecimiento que me había hecho de su novela. Su estilo claro y directo me captó desde el primer momento.
Federico, "Fede", es un enamorado del Mar y de la Milicia. Profesionalmente ha estado destinado a bordo de la fragata Victoria y del patrullero Tornado. Entre sus actividades militares está la de haber participado en la misión antipiratería de la Unión Europea en el Índico y en un despliegue de seguridad cooperativa en el Golfo de Guinea. Su amor a la mar, a la profesión, su espíritu militar, su sentido del deber, en definitiva, su experiencia vital, están muy presentes en su novela.
La novela
El título y subtítulo que figuran en la portada del libro dan sobrada información sobre el asunto que aborda la novela. En efecto se trata de una embarcación que va a actuar al margen de cualquier superestructura militar pero protegida en parte por los gobernantes de un país aunque éste sea, como no se cansa de repetir el narrador de la novela, un Estado fallido. Sí, en efecto, es fácil que hayáis adivinado que ese Estado fallido no es otro que Somalia en el cuerno de África. El barco que actúa con patente de corso en este siglo XXI se llama "Albatros", está equipado con la más moderna tecnología militar y tripulado por una sesentena de marinos capaces como muy pocos. Su misión, luchar contra los piratas que secuestran marinería de barcos mercantes y de pesqueros que transitan por el Mar Rojo exigiendo para su liberación sustanciosos rescates. Del variopinto mundo de bandas piratas de la zona, la historia se va a centrar en una que también se anuncia en portada: 'Los piratas de Galguduud'.
Sinopsis (ofrecida por el editor)
Los campamentos de piratas que salpican la costa de Somalia amenazan con secuestrar cualquier barco que se les acerque pero los países desarrollados no parecen capaces de hacer frente al problema. La industria energética mundial está al borde del colapso. ¿Podrá un hombre de negocios enfrentarse a los piratas? ¿Será capaz el fallido estado somalí de controlar su propia costa?
Federico Supervielle Bergés, el autor, es un marino y un militar que ama profundamente su profesión. Tal cosa es perceptible en todo momento y desde el primer instante. Así cuando el personaje Jaime Reyes, el experto en seguridad y defensa en asuntos navales que el magnate suizo Friedrich Gotthelf, propietario de la naviera Alps Tankers, ha contratado para tratar de acabar con la extorsión a la que sus petroleros están sometidos, piensa en quién podría patronear el patrullero que ha conseguido, en su cabeza no encuentra a nadie con el perfil adecuado. Es evidente que sólo oficiales de la Armada podrían llevar a buen puerto esta singular empresa, pero al estar la misma situada en una nebulosa zona de legalidad no le va a ser fácil dar con la persona adecuada
"Conocía a suficientes militares como para saber que tenían un sentido del deber y del servicio a la Patria demasiado grande como para embarcarse en una empresa de la índole que él proponía. Al menos en cuanto a la oficialidad se refería. Quizás podría convencer a algunos, pero no serían los mejores" (pág. 28)
Finalmente a través de una casual amistad con Nacho Marzán, logrará dar con Pablo, hermano menor de éste y de
Javi. Javi y Nacho son miembros activos de la Armada; por su parte, Pablo es marino mercante, está en este momento en paro y por lo tanto en situación de disponibilidad. Así pues Pablo Marzán Febles será el encargado de comandar y configurar la dotación de este barco que construía Navantia para la Armada portuguesa y al que la crisis económica dejó varado en los astilleros al no poder asumir su compra el gobierno portugués.
Pablo conoce la disciplina y los métodos militares por su entorno familiar: hijo y hermano de militares de la Marina española. Es precisamente gracias a Nacho que llegará al "Albatros" -el nombre será el elegido por Pablo para el
barco- Gabi, un Alferez de Navío, sancionado por un problema habido en la nave que capitaneaba y que, aunque no hubiera sido él el causante directo del destrozo, sí que es el responsable del mismo al ser el jefe máximo de la embarcación. Gabi sería, pensaba Nacho, un magnífico segundo. De esta manera, por conocimientos y relaciones, se fue conformando la dotación del barco: Paco, un ex de los GEO, que elegirá por sí mismo a sus hombres; Joseba, un piloto de helicópteros con experiencia en Salvamento marítimo; Grease, un americano que había llegado a la base de Rota hacía años y allí se había quedado, será el Jefe de máquinas; y así el resto: Juan, Miguel, Esther, Eva, etc.
El "Albatros", perfectamente equipado como está, es una gozada para todos estos hombres, enamorados de la milicia y amantes de la justicia. Se dirigen al estrecho de Ormuz donde los petroleros de la Cia, Alps Tankers sufren agresiones y extorsiones constantes. Durante el trayecto irán ejercitándose para automatizar reacciones y anticipar en lo posible las situaciones que se encontrarán cuando lleguen a la zona. A mí esta parte de la novela es la que me ha resultado menos entretenida al faltarle el peligro que precisa cualquier acción aventurera que se precie. Pero la sensación fue pasajera porque pronto el "Albatros" comienza a ayudar a barcos de pescadores en situación de avería y a buques de transporte acosados por esquifes de piratas.
Los momentos de acción me han gustado. Pienso que el novelista sabe de lo que habla -eso sin lugar a dudas- y lo cuenta adecuadamente. He disfrutado con los episodios de aventura, con las incursiones aéreas de Joseba, el arrojo de los hombres de Paco, la profesionalidad de la médico Esther, el sentido de disciplina y amigable relación de Gabi para conPablo, e incluso hasta con los politiqueos de Jaime Reyes, necesarios para poder lidiar con los miembros del gobierno del susodicho Estado fallido.
Si bien la historia principal es la del "Albatros" y su tripulación (su configuración, la dotación, su entrenamiento, las modificaciones mecánicas del barco...) no se puede obviar una segunda trama que es la que en el fondo está en el origen de la primera. Me refiero al asunto de los piratas. Poco a poco, delicadamente, como para no desviar al lector de lo que al novelista le interesa fundamentalmente que no es otra cosa que contar cómo funciona un buque militar en la zona de vigilancia del mar Índico, hay breves fogonazos de la vida en la zona de los piratas. En esta segunda trama, presentada en contrapunto con la primera, aparece Mohammed siempre interpelado acervamente por su jefe cuya identidad desconoceremos hasta el final del relato; también aparece Mukhtar, jefe de un grupo de piratas mercenarios contratado por este misterioso Jefe. Conforman estos personajes de nombre musulmán el grupo de los piratas de Galguduud. Ajeno a la actividad de los piratas figura Abderashid, quien representa a los somalíes cuyo único deseo es vivir en paz y tranquilidad.
Es mértito del autor dotar a los personajes de vida interior. Me refiero a que de varios de ellos conocemos aspectos y circunstancias personales y familiares que trascienden su faceta profesional aunque en gran medida la expliquen. De todos ellos sin duda alguna es Pablo Marzaz quien arrastra una situación personal más complicada. Es esa complicación con nombre de mujer o mujeres la que le lleva a aceptar esta empresa que en otras condiciones seguramente no habría aceptado. El resto de personajes no tienen problemas semejantes, salvo la necesidad de sacar adelante a sus respectivas familias, algo para la que esta insólita aventura, pagada con generosidad por el armador suizo, les viene a las mil maravillas.
Formalmente, además de la técnica del contrapunto usada para presentar las dos tramas, no quisiera dejar sin citar la serie de tecnicismos marineros y militares que, como es lógico en una historia que transcurre en la mar, aparecen: dhows de carga, norays, gaza, estachas, khat, rhib, trimmers, osmotizadores, potala ... También me ha gustado, aunque aparezca en muy escaso número, alguna pincelada culturalista ("Calles como Bahnhofstrasse explicaban porqué [sic] la tercera fuente de ingresos de la ciudad era el turismo. También había pasado por la catedral de Grossmünster, que mandó construir Carlomagno hace más de mil años" -hablando de la ciudad de Zúrich-) que pienso abren el relato a un público lector más amplio que aprecia informaciones de esta naturaleza.
El cosmopolitismo es una baza que en mi gusto lector pesa para la positiva valoración que hago de esta novela. Y en este cosmopolitismo quisiera destacar el que las localidades españolas (Las Rozas, Cádiz, Puerto Real...) aparezcan sin
complejo alguno junto a las islas Seychelles, Mogadiscio, Malta, Zúrich... Pero igual que valoro esto, mi opinión difiere absolutamente respecto a algunas calificaciones de menosprecio sobre los africanos que se escapan de la boca de algunos personajes. Entiendo que sirven para conformar la personalidad del personaje, pero existe ahí una tierra de nadie en la que no queda muy claro el pensamiento que se quiere transmitir.
Para acabar
He calificado este relato de novela de aventuras desde el principio, y no creo equivocarme nada en ello. Dentro de esta categoría me atrevería a decir que su lectura -adecuada para cualquier tipo de lector-, si hubiera de elegir algún destinatario determinado, seguramente, pienso, serán los jóvenes quienes se sientan más atraídos por las peripecias que en ella suceden.
Son peripecias que se mueven en el terreno de las lealtades militares, nunca cuestionadas. No hay conflictos graves entre los miembros de esta tripulación atípica. Tan sólo se da un conato de enfado entre Paco y Pablo, pero el autor no se decide a explotar esa veta que indudablemente habría llevado al relato por otros derroteros. La novela, en definitiva, es una demostración -ya lo he dicho reiteradas veces- del aprecio de "Fede", el escritor, por su trabajo y una defensa sin equívocos de la enorme profesionalidad de los miembros de la Armada española.
¡Muchas gracias, Juan Carlos!